miércoles, febrero 3

Mi lomo se dobló como el de un libro cuando me abriste por la mitad y olisqueaste mi entrepágina acariciada por esa cinta de seda roja. Separaste mis pliegues con dos dedos, con la uve de la victoria, tu uve en mi uve... Sentí una quemazón muy fuerte, algo que nunca había soñado sentir, algo irresistible y blando que me retorcía el lomo con elegancia. Mientras, la lluvia palpitaba sobre ese cordón umbilical que había tejido tu lengua en mi epicentro. Tu sangre entraba en mi sangre justo por ahí, eso era lo que me quemaba tan fuerte. Querría haberte ahogado con ese cordón umbilical, ya nada después de eso merecería ser vivido. Nada.

2 comentarios:

Charlotte dijo...

Pues no caigo que se me ha olvidado :/

Charlotte dijo...

Jooooooder, es que estoy en la parra. Se me ha olvidado... quedar contigo!!!

Ya estoy libre, peque ;)


:****