viernes, enero 7

Veo la luz, o si no la veo, quiero verla, intento verla, me esfuerzo por verla. Y eso ya es un gran cambio, porque he pasado mucho tiempo intentando buscarme en mi encierro, lamentándome por cosas que jamás cambiarán, siendo demasiado idealista. Me estoy dando cuenta de lo rápido que pasa la vida, joder, y aunque vaya a sufrir mucho ya está, la actitud tenía que ser otra, a pesar de que mi naturaleza sea más triste que alegre, más noche que día, ya basta de lamentarse de los putos genes y de los putos traumas infantiles. Ya está, 20, 21, 22 y pronto se acabó, colorín colorado, tu vida has malgastado (llorando).




1 comentario:

Audrey Babs dijo...

Me encantas, Marina. Y quiero más mañanas como la de hoy. Y traspasarlas a tardes, noches. Cualquier cosa, pero juntas. Vuelvo a casa con una sonrisa, con la impresión de haberme librado de algo que pesaba demasiado, y tengo que agradecértelo. La vida pasa deprisa, y en cualquier momento puede desaparecer. Dejemos de lamentarnos y vivamos los felices años 20, que a mí me queda muy poco por alcanzar... (aunque me costará un trauma, lo asumo).