viernes, mayo 28

Regla de Bancroft

Este miedo negro vaciado de materia y de vida que viene y me tira al suelo con fuerza. Todo lo que tengo que cambiar, todas mis actitudes reprochables, mi conducta asocial, y, a la vez, mi soledad inmensa. Mi sentimientos se focalizan en una sola persona y cada cambio es un riesgo, una taquicardia, una arcada. Quejarme de todo sin cambiar nada, ¡ya basta!, me digo siempre, y sin embargo nunca cambio nada. Cosas tan horribles que he hecho y he pensado y cuando parece que he aprendido la lección vuelvo a hacerlo, porque soy incorregible, malvada, terca, inadaptada. LOCA. Siempre entre un extremo y otro, cuando creo que me he adaptado viene otro cambio y otro y otro en cada segundo. Cada cambio es un puñetazo, una bofetada, una hostia. Y me levanto, así de incorregible, me levanto, sabiendo con toda seguridad que volveré a caer, que cada vez queda menos para mi próxima caída, haga lo que haga. Desestabilizar una emulsión no es tan difícil.

No hay comentarios: